la madre y la hija parte 3
la madre y la hija parte 3
Ya estaba terminando el miercóles, cuando Pepa se acercó a preguntarme cuando terminaría los dos caminos, le dijé que el sábado al mediodía, y ella me dijó que si podía terminarlo el jueves, ya que el sábado daba una fiesta de inauguración de las reformas y quería que estuviera ya en condiciones. Le repliqué que por nuestra amistad, vendría esa tarde y la del jueves para terminarlo (todavía teníamos jornada intensiva, pero a ver quién le negaba algo a esa mujer después de la del martes).
Ella me dió las gracias a su manera, yo seguí con la obra todo el miercóles y el jueves por la tarde, ya lo tenía terminado todo. Estaba terminando de recoger todos los materiales y revisar por sí se me había pasado algo, cuando al pasar por delante de la cocina, ví algo que me dejó sorprendido.
Andrea estaba en la cocina completamente desnuda, ví que estaba buscando algo que al final encontró, y se dirigió hacia la cristalera, lo que hizó que me escondiera tras un arból, a ver donde iba. Oculto de esa manera, pudé ver sus pechos moverse arriba y abajo, y ese culo que tenía como se movía al compás de sus pasos. Lo que me extrañó era que llevaba zapatos de tacón estando en casa, ví cómo se sentaba en una de las tumbonas de la piscina y decidí acercarme un poco más.
Ví cómo Andrea empezó a masturbarse ese coñito tan rico que tenía mientras el sol bañaba su cuerpo, hasta que de una bolsa que llevaba sacó unas cuantas cosa que dejó a su lado en la tumbona.
Me acerqué un poco más sin que me viera para poder observar lo que hacía. Joder, esa chica estaba de un caliente que no veas, primero se metió una zanahoria en el coño, que empezó a meter y sacar salvajemente, hasta que se cansó y le tocó el turno a un platano, después a un pepino y un calabacín. Mi polla estaba ya que no podía más, así que la saqué de su prisión, y empecé a tocarme.
Pero lo siguiente me pusó todavía más a cien; Andrea cogío un bote de un líquido transparente que derramó sobre su culo, que estaba en pompa, y su ojete, el cual empezó a acariciar hasta que ví cómo sus dedos empezaban a introducirse en él. Estuvo un rato así, hasta que los sacó y se metió el platano en el culo, primero despacio y luego hasta el fondo, empezando a gemir y gritar del placer que tenía, pero una de sus frases fué lo que ocasionó que no aguantara más.
– síii, síiiii, sigue así, Javier, sigué follandomé, no pares, joder- gritó Andrea mientras su culo seguía ocupado por ese platano. Esa chica se estaba masturbando pensando en mí, la excitación era tal que creo que nunca he tenido la verga tan dura; cómo comprendereís, no podía dejar que esa chica se distrajera sola estando yo allí. Abandoné un momento mi escondite para comprobar que estabamos sólos, y tras comprobar que era así, volví a mi escondite, cuando me encontré de frente con Andrea, que estaba allí, la cuál trs agarrar primero mi polla durísima, me dijó:
– Vaya, menos mal, creía que nunca ibas a salir de aquí- mientras sus manos estaban desabrochando el pantalón, para dejar totalmente libre a mi aparato.
– ¿Entonces, todo ha sido una trampa tuya para cogerme?- le dijé, mientras mi pene rozaba ya su vientre y mis huevos rozaban su entrepierna.
– Pues claro, sabía yo que no te ibas a poder resistirte a espiarme, y menos cuando pronunciará tu nombre, sabes que tenemos algo especial entre los dos desde el polvo de hace dos años, o ¿no lo crees?- murmuró, mientras guió mi mano hacia su coño, que estaba mojado a más no poder.
– Pues la verdad es que desde que te ví de nuevo, no he parado de pensar en aquella vez- le dijé, mientras mis recuerdos fueron hacia el polvo en aquella terraza.
– Ni yo tampoco, estaba deseando que llegara el momento de quedarnos sólos- dijó Andrea, mientras se agachaba hasta ponerse a la altura de mi pene que estaba deseoso de su contacto.
Andrea empezó una lamida y una mamada increíble, pero todo el rato mirandonos cara a cara. Parecíamos poseidos el uno por el otro, era increíble, casi no necesitamos hablar, hasta que después de que ella dejara todo mi pene completamente mojado, se levantó y dijó:
– Síguemé, que estoy deseando que me hagas algo que estoy deseando.
Yo no sabía a que se refería, sólo recuerdo que se echó en la tumbona y me ofreció ese coñito tan delicioso, que yo empecé a lamer y chupar, recreandóme en su clitorís y sus labios, lo que causaba que mi polla se pusiera aún más dura de lo que estaba; después de un rato así, Andrea se levantó, se pusó de rodillas y agarrando sus nalgas con las dos manos, me ofreció toda la panorámica de su coño y sobre todo, de un hermoso ojete que parecía un poco abierto.
– ¿Te gusta lo que ves?- murmuró ella, ante mi afirmación, continuó- pues eso es lo que quiero, sentir esa polla tuya dentro de mi culo, quiero que me lo abras, que me lo rompas, que lo destrozes, pero quiero sentirla dentro hasta el fondo, la quiero bien dentro.
Yo no dijé nada, tan sólo comencé a lamer ese agujero tan pequeño en que ella quería que mi polla penetrara, cogí el liquido anterior, y abriendo un poco su ojete con mis dedos, derramé un poco dentro, y luego introduje mis dedos uno a uno, mientras sus gemidos lo expresaban claramente.
– Sí, que bien lo haces, joder, sigue, sigue- exclamaba ella
Después de un rato así, consideré que ya era el momento, y mojando mi polla en ese líquido, rocé la cabeza de mi polla con su ojete, restrengandolo dos o tres veces.
Comencé a introducir mi pene en su culo, primero muy despacio el glande y después más rápido, hsta que empecé a introducirlo más adentro. Los primeros gritos de Andrea me asustaron un poco, pero sólo fueron los primeros, ya después a medida que mi polla se introducía cada vez más adentro, pasaron a ser de placer, hasta que empecé a bombear dentro y fuera, mientras le giré la cara y nos dimos un morreo brutal. Ví su cara de gozo y decidí seguir más y más, hasta que un grito de ella me hizó darme cuenta de que todo mi pene estaba dentro de su culo, la dejé un rato ahí dentro, hasta que la saqué, observando cómo su pequeño ojete estaba tremendamente dilatado. Le pedí perdón por si la había hecho daño, pero su respuesta fue mamar esa polla que había estado en su culo.
– Dame más, quiero más, sigué jodiendomé el culo- dijó mientras se tumbaba de un lado en la tumbona, ofreciendomé todo ese trasero; volví a meterla, esta vez me costó menos y empecé unas embestidas fuertes, a las que ella replicaba con gritos y jadeos, hasta que le llegó un primer orgasmo, que aproveché para sacarla de ese paraíso que era su ojete. Sin pausa, comencé a meterla y sacarla rápidamente, sin darle tiempo a que su ojete se acomodara, lo que la hizó exclamar:
– So c*****, h*** de p***, pero que hacés, sigue, sigue, no pares- y no paré hasta que le sobrevinó el segundo orgasmo.
Ahora mando yo,- dijó, mientras me tumbaba en la butaca. Agarró mi polla con su mano, poniendóla firme y empezó a bajar su culosobre ella, hasta que la tuvó bien metida, comenzando unas subidas y bajadas increíbles, parecía que hubiera estado follando por el culo toda la vida, hasta que le cogí las piernas, la pusé contra mi pecho y el que empezó fuí yo, notando que ese ojete se había abierto del todo, hasta que ella volvió a tomar el mando. Se la sacaba y metía despacio, pero cada vez que hacía eso, toda mi polla estaba dentro de su culo, joder, aquello era demencial, esa chica tenía mi polla prisionera de ese culo avaricioso de carne, hasta que en una armonía perfecta, ella tuvó una corrida bestial, mientras toda mi polla descargaba todo mi semen en su ojete, donde algunos chorros se escaparon cuando la saqué, mientras que los dos estabamos medio muertos en la tumbona.
No sé el rato que pasó, si fue breve o largo, sólo recuerdo que Andrea se levantó a la par que yo, nos abrazamos nos besamos, mientras nuestros cuerpos desnudos se juntaban.
– Joder, eres la leche, Andrea, tengo la polla que me duele de tanto follar- le dijé
– Pues no veas tú el dolor que tengo en el culo, me arde, pero eso sí, he gozado cómo una loca, dios, que gusto sentir todo esto dentro de mi trasero- dijó, mientras me agarraba mi pene flacido.
– Es mejor que no empieces, si no, no sabemos cómo puede acabar- le repliqué.
– Si, será mejor que nos vistamos, además tú tienes que irte- habló, mientras una sonrisa iluminaba su cara.
Cuando ella se metió adentro de la casa y yo ya me disponía a salir, me preguntaba que demonios tenía esa chica que me volvía tan loco e insconciente.
CONTINUARÁ….