Kasım 1, 2024

Clarissa, hermosa niña brasileña

ile admin

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Clarissa, hermosa niña brasileña
Clarissa tiene 26 años, es una hermosa morena de piel clara, nació en San Pablo, pero a los dos meses sus padres se mudaron a Montevideo. A ellos la cosa les fue bien, compraron su casita en una zona cercana al Prado. Nada ostentoso, dos dormitorios, patio, cocina, baño, lavadero y comedor. Cuando los padres de Clarissa se van poniendo viejos, sienten el llamado de Brasil y se van de regreso a San Pablo. Clarissa se siente más charrúa que paulista, decide quedarse acá. Se queda en la casa, que para ella es enorme. Trabaja en la zona bancaria, es cajera y desde su casa tiene infinidad de buses que la llevan en menos de media hora al trabajo. No tiene novio. Tuvo uno durante bastante tiempo, con él perdió la virginidad de los tres agujeros de su cuerpo. Cuando sus padres se fueron a Brasil, ella decidió cortar con él. En realidad ella mantenía esa relación, por sus padres. Ella no se siente atraída por los hombres, aunque tampoco por las mujeres, en realidad no lo sabe, nunca tuvo relaciones con una mujer.
Su vida es solitaria, no tiene amigos. Es hermosa, un metro 65, delgada pero con buena cola y tetas, morocha de pelo ensortijado, de facciones angelicales. Ella se viste para resaltar esos atributos, como sus piernas son perfectas, muchas veces usa falditas, que dejan ver hasta lo moralmente correcto, además sus tetas son firmes, no usa corpiño. Si tiene puesta una remerita, los pezones negros y duros quedan expuestos. Obviamente que en el Banco, los compañeros, los clientes le hacen mil ofertas, ella con la mentira de su novio, los rechaza a todos. Su actividad sexual, pasa por la masturbación, un consolador y porno por internet.
Una mañana calurosa de Enero, va al trabajo, faldita blanca, camisola blanca y zapatos blancos, tanga blanca, era la pureza en persona. Todo eso remarcaba sus piernas y brazos oscuros. Estaba tentadora. Toma el bus, viene con mucha gente, se acomoda y a mitad del viaje, siente que le tocan el culo, se da vuelta para dar un sopapo, pero solo ve a una niña de su edad, rubia. Piense que se debe haber equivocado. Cuando baja en el Palacio Legislativo, la rubiecita también baja.
– Hola
– Perdón, no la conozco.
– Soy Malena, ¿tu nombre?
– Clarissa. ¿Qué deseas?
– Conocerte, invitarte a tomar un trago. No sé, que seamos amigas…
– Pero, tal vez, tú creas que me gustan las mujeres, estás equivocada…
– Para ser amigas no es necesario ser lesbianas.
– …
– ¿A qué hora sales del trabajo?
– A las 5 en punto, si no tengo problemas de arqueo.
– En Agraciada y Sosa hay un bar, enfrente del Scotia Bank, te espero 5 y media.
– Bueno.
Malena, le dio un beso, rozando los labios, mientras le acaricia la espalda.
Ese día, Clarissa no pudo dejar de pensar en Malena. Alta como ella, rubia, carita blanca, ojos celestes. Se percibía un cuerpo de diosa, blanquita, embutida en un vestidito floreado, corto, buenas piernas, tacones altos que hacían que el culito sea tentador. Llegó la hora del arqueo, para su sorpresa, cero diferencias. Ahora desde las tres a las cinco, acomodar unos papeles, entregar los valores y a tomar mate con los compañeros.
– Clarissa hoy estás muy seria.
– No pasa nada.
Los demás hablaban de Peñarol, de Nacional, Luisito que está lesionado. Ella solo escucha y hasta ríe cuando hay un chiste. Los muchachos saben que con ella, no hay posibilidades, ya no insisten. 4 y media fue al baño, se inspeccionó el aspecto. Solo agregó algo del labial claro que usa. Vuelve a la sala.
– Parece que Clarissa hoy sale con el novio…
– O de trampa…
A las 5 parte rauda para el bar donde será el encuentro. Llega al Scotia Bank, faltan 15 para las 5. No sabe si entrar o esperar en la puerta. Un par de desubicados, le hicieron proposiciones asquerosas, lo que la decidió a entrar. Busca una mesa alejada, pide un té.
5 en punto entra Malena. A primera impresión, es todavía más linda de lo que ella recordaba.
– Hola Clarisa.
La besa, decididamente en la boca. Pide una Coca Cola. Y Conversan.
Cuando Clarissa aclara que no tiene novio. Malena dice, que ella tampoco tiene novia.
Hay muchas cosas en común, Malena es argentina, pero antes del año sus padres se mudaron a Montevideo, vive con ellos, a pesar de tener 25 años. Es más práctico. Cuando Clarissa cuenta que solo se ha acostado con su novio. Nunca más con nadie.
– ¿Eres frígida?
– No, no es eso…
– …
– No me gustan los hombres…
– Mi amor, me abres las puertas…
– Pero, no siento tentación de hacerlo con una mujer…
– ¿Sabes? Eso es miedo a lo desconocido.
En ese momento, Malena, le abre las piernas y le acaricia el pubis, mientras le come la boca, con la lengua hasta la campanilla.
– Vamos a un hotel.
– ¿A un hotel? Dos mujeres solas.
– Creo que debes conocer más mundo.
Malena pagó y arrastró a Clarissa a un hotel. Tal como ya es moda, no era la primera pareja de lesbianas del día, el empleado, ni hizo comentario. Tomaron un turno, subieron las escaleras al primer piso. Entraron a la habitación. Clarissa temblaba, Malena frenética acariciando todo el cuerpo por sobre la ropa. Se besaron y de a poco fueron volando la ropa. Cuando estaban las dos en bolas,
– Dejame verte bien. Clarissa eres el bombón, más bonito que he visto en mi vida.
– Tú también eres una diosa.
– Mirémonos al espejo.
La imagen era de dos diosas, morena una y rubia la otra.
En la cama, Clarissa es inexperta en estas lides, pero se fue soltando e imitando a su maestra. Cuando Malena le comió la concha, Clarissa tuvo el primer gran orgasmo de su vida. Cuando ella le come la concha a la rubia y le obsequia su orgasmo húmedo, Clarisa siente el gusto encantador de ese líquido. Se quedan en la cama jugando, besándose, acariciando la conchita, las tetas, refriegan pezones con pezones. Cuando Malena le mordisquea con los labios los pezones, Clarissa gime.
– Putita ¿te gusta que te muerdan esos hermosos pezones?
– No sabía, mi novio no jodía mucho, directo a la concha o directo al culo. Es más, para ser sincera, nunca tuve un orgasmo como el que tuve contigo.
– O sea, él te desvirgó, pero yo fui la primera que te dio placer.
Como era jueves, quedaron en que al día siguiente, cenaban en casa de Malena y le mostraba algunos vídeos que ella guarda en su laptop.
– ¿Pero y tus padres?
– Ellos salen los viernes, van a un club de campo, vuelven el domingo en la noche o si están de onda, el lunes en la mañana. Anotá Minas y Colonia. Mi teléfono es xxxxxxxx
– Pero eso es El Cordón. ¿De dónde venías cuando nos encontramos en el bus?
– Menos averigua Dios… Digamos que te estaba siguiendo…
– ¿Cómo te atreviste a tocarme el culo?
– No fue mi culpa. Yo no ando tocando culos en los buses, pero Clarissa, tu culo me tentó.
– Ya te tengo, ahora anotá mi teléfono xxxxxxxxx. Me di vuelta para partirte de un bife, pero te vi tan linda, que no podía creer que lo hicieras a propósito.
– ¡Qué dulce!
El viernes todo normal. Clarissa, se vistió como siempre, tentadoramente sexy. Vestidito beige, corto y escotado en la espalda, mostraba a todas luces que no llevaba corpiño, Tanga roja, que algo se transparentaba. Tacones marrones. Tuvo que hacer tiempo en un bar, Malena la llamó para decirle, que viniese a las 7 pero, que llame primero. 6 y media, vuelve a llamar Malena.
– Venite, ya no hay moros en la costa. Los caducos ancianos ya se fueron.
Como no sabía cómo viajar, tomó un taxi. En 20 minutos estaba en la puerta. Casa señorial, antigua pero bien conservada. Por el portero eléctrico pudo ver que vivían 4 familias. Viene Malena, pantalón corto blanco, top blanco y descalza. Suben al último piso en un viejo ascensor. Entran, y Clarissa toma conciencia que ella nunca estuvo en una casa con tanto lujo. Muebles, sillones, mesas en fin todo de lujo. Malena se saca el top y se queda en tetas. La besa y la obliga a sacarse el vestido, le chupa los pezones y la lleva al dormitorio.
– Hoy, de entrada vas a ser mi hembra.
La acomodó en la cama, le sacó la tanga, y empezó a recorrer el cuero de Clarissa con su boca y su lengua. De los pies a la concha, del ombligo a la boca, con parada especial en los pezones. Le hizo girar y comenzó a darle lengua en el agujero del culo, ella empezó a gemir.
– Te gusta. Sos una hembra muy puta…
– ¿Me vas a dar por el culo?
– Sí, también.
Luego se va al baño, vuelve desnuda, con un strapon con una verga de 15 centímetros de largo y 3 de diámetro. La pone concha para arriba, se sienta sobre ella y la hace chupar la pija.
– Chupá, putita…
Luego le come los pezones mientras su mano le acaricia la concha.
– Mi hembra, estás empapada.
– Cogeme, hija de puta, no me hagas desear más.
Malena, le insertó el nabo en la concha y comenzó a cogerla mientras le masajeaba el clítoris y Clarissa se pellizcaba los pezones. El orgasmo fue increíble, lento, largo y húmedo, la verga quedó llena de flujo, que Malena hizo chupar con el beneplácito de Clarissa. Malena se puso al costado de Clarissa se quitó el strapon y le dice.
– Ahora chupame la concha, pero como soy tu macho vamos a suponer que es mi pene.
Clarissa, le comió la concha como 20 minutos. Malena puteaba en uruguayo, argentino, inglés y arameo. Cuando llegó al orgasmo, aferró la cabeza de Clarissa y la clavó en su concha. El orgasmo fue explosivo, rápido, eléctrico y muy húmedo. Clarissa aparece con la cara llena de líquido y así besa a Malena. Comparten lo que resta de líquido.
– Gracias Malena…
– Todavía me falta atender tu culo, putita.
Se volvió a calzar el strapon, puso lubricante en el nabo y en el orto de Clarissa.
– En honor de tu lindo culito, traje este strapon pequeño, para que no me digas que te duele.
– Mi culo fue roto con una verga importante y yo lo mantengo en forma…
Efectivamente, entró fácil, pero fue placentero, mientras Malena bombeaba, ella se masturbaba y finalmente volvió a tener un hermoso orgasmo. Con toda su mano en el interior de la concha. Cuando Malena sale del culo, la va besar, Clarissa la espera para que chupe su mano, luego se agacha y chupa la verga con restos de su culo. Había algo de caca, pero lo disfrutó.
Luego pidieron delivery de comida china, cuando llegó, la lucha fue quien se vestía para buscar abajo. La propuesta de Malena triunfó
– Yo pago y tú bajas.
Clarissa bajó, para eso se puso el pantaloncito y el top de Malena. Descalza, sin interiores.
El muchacho, la mira extasiado. No hay propina. Sube, Malena había acercado unas cocacolas. Comen y se van a ver los vídeos de Malena.
Desde el primero al último, Clarissa abre los ojos desconcertada. Fin de los vídeos.
– ¿Te gustaron?
– Malena, ¿en todos estás tú?
– Sí.
– Estás con hombres, mujeres, travestis. Te orinan, te atan…
– Bueno nena, me pagan para eso.
– No me gusta…
– ¡Qué pacata! Yo te iba a ofrecer… participar.
– ¡Ni en p**o!
– Ya me di cuenta.
Clarissa, dejó en claro que ella, por más que Malena le gusta mucho, no quería seguir con la relación. Malena, comprende el punto. Y le da consejos a Clarissa. Que se tenga confianza, si una mujer le gusta, que la mire a los ojos con carita de ángel. Si la mujer quita la vista, no pierda el tiempo. Si la mantiene, que Clarissa pase al frente. Además le da algunas direcciones adónde ir. Por ejemplo, el Parque Rodó el sábado en la tarde, pero que no se vista provocativa, jeans y remera con championes es más que suficiente. Que busque mujeres solas, la mire a los ojos y al frente.
Desconsolada, Clarissa, vuelve a su casa. Entra en una sala de chat, donde hacía mucho tiempo no entraba. Se conecta con Irina, antigua amiga, de muchas pajas por Skype.
– Clarissa, ahora corto, pero mañana a la tarde voy a correr en el Parque Rodó, te espero en el barcito de Patria y Garibaldi, por Garibaldi a media cuadra.
– Te veo a las 5 de la tarde.
– Mejor a las siete.
– OK.
Irina es casada, es polaca, de muchos años en Montevideo. Tiene o dice tener 38 años. Es bisexual, el marido lo sabe, pero como con el único hombre que coge es con él, acepta que tenga relaciones lesbianas. Es de esas flacas tetonas y caderonas y por lo que se ve en Skype se mantiene en forma. Ya se ve que es corriendo, dieta, ejercicio y sexo.
A la tarde siguiente, 7 en punto, las chicas se encuentran en el barcito. Clarissa llegó antes y notó muchas mujeres, casi todas, algunas cuantas solas. Probó lo de la mirada. Y una de ellas tomó la iniciativa.
– Disculpa estoy esperando a mi amiga, en otro momento…
– Te paso el teléfono xxxxxxxxx anótame como Selva.
– El mío es xxxxxxxx Clarissa, con doble ese.
Cuando llegó Irina, se abrazaron y Clarissa la besó en la boca e Irina, le devolvió el beso. No quedaban dudas que eran “amigas”. Charlaron, tomadas de la mano.
– Yo sé qué tú no aguantas a los hombres. Pero tengo una propuesta. Quiero hacer el amor contigo. Pero que participe Manuel, mi esposo, él se dedicaría a vernos, masturbarse y si participa será solo conmigo, contigo, nada.
– Mira, Irina, no me seduce la idea, por ahora. Pero, tú me gustas mucho. Tal vez más adelante.
– Manuel está en el coche afuera, Te damos 500 dólares.
– ¿Puedo llevar una amiga?
– Sí.
Clarissa se levanta y encara a Selva. Le cuenta la situación. No hablan de plata. Selva, se entusiasma y se van las tres al auto. Presentaciones. Manuel, Irina, Selva y Clarissa. Llegan a la casa de Irina, entran el coche en la cochera y se pierden en la casa.
La cosa fue más o menos así. Empezaron las tres, ya desvestidas, a besarse, tocarse, Selva primereó y le come la conchita a Clarissa, mientras Irina le come los pezones. Clarissa estuvo a 3 centímetros de un orgasmo. Mientras Manuel se desvistió y sacó una enorme polla y se empieza a masturbar. Irina está de espalda en el suelo, las piernas abiertas y Clarissa, comiendo de la conchita, Selva, tiene dos dedos metidos en el culo de Clarissa. Manuel sigue masturbándose. Así juegan las chicas hasta que Manuel agarra de los pelos a Irina, la pone en cuatro y se la coge por la concha por detrás. Selva y Clarissa hacen una hermosa tijera y las dos tienen orgasmos monumentales. Esto no terminó acá. Manuel se retira, Irina se pone un strapon y le da por el culo a Selva, luego, le da a Clarissa. Finalmente se quita el strapon y las chicas entre boca y dedos le hacen llegar al orgasmo. Cuando se visten, viene Manuel y le da 500 dólares a una y quinientos a la otra. Se van, jurando que lo van a hacer nuevamente.
– Clarissa ¿somos prostitutas?
– Yo, no. ¿Vos?
Se ríen. Se abrazan. ¿Dónde vivís Selva? En algún lugar con mis padres. Selva es morena, más tirando a charrúa, un poco más baja, pero está buena. Algo de pancita cervecera, pero buenas piernas, buenas tetas, lindo culo y de cara normal, pelo negro hermoso. Viste muy formal, falda negra hasta la rodilla y camisa de flores, tacones medios.
– Vení a casa y vemos que hacer.
– ¿Me vas a cobrar?
– Hoy, será gratis, mañana veremos.
Cenan sobras. Selva cuenta la verdad. Es separada, tiene 38 años, trabaja en la legislatura, como moza. Gana un sueldo, pero el pago de la pensión donde vive la desangra.
– Me mentís, Selva.
– ¡No!
– No podés tener 38 años, no aparentas más de 25
– Mirá mi documento. Selva Martínez, soy yo ves, fecha de nacimiento 10 de diciembre de 1981. ¿Ves que no miento?
– ¡Tonta! Te estaba diciendo un piropo.
– Perdoná, soy medio india y medio gallega. ¿Vos?
– Puro brasileña, como ves tengo mucho mestizaje. Algo de africana, algo de europeo y tal vez algo del Brasil autóctono. No sé bien como vengo.
– Pero sos muy linda.
– Tú también.
– Dime la verdad, eres prostituta.
– ¡No! Todavía no sé cómo hicimos lo que hicimos. ¿Sabes? No me gustó.
– A mí, tampoco. Pero estos 500 verdes me salvan por un tiempo. Aunque lo de hoy fue un asco, ver a ese tipo mecerse la verga.
– ¿Sos lesbiana?
– Me cansé de los hombres. Me gustan las mujeres, si son lindas como vos, me gustan aún más.
– ¿Querés quedarte a ver si compatibilizamos? Sí, no se da, hay otra pieza, que la podés ocupar, sin cargo. Solo prométeme, que no armes quilombo y serás una buena amiga.
– Primero, quisiera ser una buena amante.
Esa noche sellaron una relación que parece llegará lejos. Clarissa adora como hace el amor, con su boca maravillosa y su mano grande en el culo. Definitivamente quiere ser la mujer de esta mujer.