Mayıs 7, 2025

TODO POR COQUETA Y ARRECHA.

ile admin

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TODO POR COQUETA Y ARRECHA.
Hola soy otra vez yo, Elizabeth, soy la zonza que se perdió en el metro del DF. Ya les conté esa experiencia. Ahora quiero contarles algo que me pasó en Ciudad Altamirano, del Estado de Guerrero.

Aquella vez que les conté, llegamos a Arcelia como a las 5 de la mañana. Mi esposo se levantó temprano y se fue a ver a sus vacas. Yo me desperté como al mediodía, me bañe y fui a recoger a los niños y volví a mi realidad, la casa, la comida, la ropa y todo eso. Como siempre mi esposo en la noche y en la mañana me ponía a mamársela, a veces ni me coge porque le gusta más venirse en mi boca, lo malo es que yo me quedo arrecha y mi cochito me escurre de ganas. Además como su verga es muy grande, me cuesta trabajo metermela hasta la garganta como a el le gusta y generalmente prefiero lamérsela y chuparle solo la cabeza y los huevos. No es por nada pero esta muy bien dotado y me gusta más cuando me la mete. El nunca me la ha podido meter por atrás porque no me cabe, siento que me rompe toda cuando lo ha intentado. Bueno, ese es mi problema con mi esposo, aunque cuando quiere me coge muy rico.

Pero lo que les quiero contar es que hace unos meses fui de compras a Ciudad Altamirano, que está muy cerca de Arcelia donde yo vivo, tomé un servicio colectivo y me toco sentarme junto al chofer. Como por acá es muy caluroso, siempre uso faldita o short y ese día se me ocurrió ponerme un vestidito corto y unos huaraches de tiritas que llegan a la pantorrilla. El chofer me gustó desde que me subí al carro, es un calentano alto, güero, bigotón y muy bien parecido. Cada vez que cambiaba de velocidad, me tocaba la pierna con sus manos velludas y eso me empezó a excitar.

Llegamos a Ciudad Altamirano y cuando me bajé del carro el me cerró un ojo y yo le sonreí, pensé que ahí acababa todo, no me imagina que era solo el comienzo. Hice mis compras y regrese al sitio de los colectivos y para mi sorpresa me tocó nuevamente el mismo taxi y el mismo chofer. Mi lugar estaba en el asiento trasero, pero el convenció al pasajero de adelante que me cambiara el lugar. Se portó muy amable conmigo y en el camino me fue preguntando de todo, que si trabajaba o estudiaba, que si tenía novio, todo eso. Yo le dije la verdad, le dije que era casada, con dos hijos y que solo me dedicaba a mi casa. De cualquier forma el me siguió chuleando y cuando llegamos a Arcelia me ayudó a bajar mis cosas y se despidió de mi de mano, lo cual me hizo temblar pues me la tomo de una manera muy especial, haciéndome una caricia y viéndome coquetamente a los ojos. Su mirada no se apartaba de mis senos y de mis piernas y cuando le di la espalda, voltié y seguía viéndome, casi sentí su mirada en mis pompis y trate de menearme un poco más.

El número del taxi se me quedo grabado. En la noche, como siempre, mi esposo me agarró de la nuca y me bajó la cabeza hasta su verga que ya tenía bien parada. Mientras se la lamía y sobaba con mis manos sus huevos, no dejaba de pensar en el taxista, sus manos y su pecho peludo, sus ojos y el bultito que se le notaba debajo de la bragueta del pantalón. Cuando recibí la crema de mi esposo en la boca, la saboreé y la trague con mucha calma. Luego mientras él comenzaba a roncar, me masturbé pensando en el taxista.

Los días siguientes fueron parecidos, solo que en esos días mi marido se subió varias veces en mi aunque como siempre se vino en mi boca. Una mañana, después de recibir mi desayuno, me quede recostada hasta que mi esposo se fue y como estaba muy caliente, comencé a masturbarme, pero de pronto decidí detenerme y me bañé, me vestí con un vestidito azul turquesa y zapatillas, me arregle lo mejor que pude y decidí buscar al taxista. Llegué al sitio y me mantuve ahí por más de una hora, hasta que llegó el taxi de él. Como siempre hacía mucho calor y el ambiente se puso para mi muy cachondo. Cuando el me miró me quede como petrificada, quería hablarle pero reaccioné y me hice la disimulada. El de inmediato me acomodó junto a él y emprendimos el viaje a Ciudad Altamirano. Ahora fui yo quien lo interrogue y como siempre, los hombres nunca dicen la verdad, me salió con que era soltero, aunque tenía su anillo de bodas en la mano, que vivía con sus pap

ás y en fin me dijo puras maravillas de él.

Llegamos a Ciudad Altamirano y esperé a que me abordara. Claro que lo hizo, me invitó a comer a la hora que tenía su descanso. Obviamente que acepté y le dije que lo esperaría en un restaurant que está en el centro de la ciudad. Faltaban dos horas, caminé un poco, pero el sol era insoportable. Llegue al restaurant y pedí una cerveza. El tiempo transcurrió muy lento y mientras pensaba en mis hijos, en mi esposo, en mi mamá y mis hermanos, la cerveza se me hacía cada vez más necesaria para el calor del ambiente, de mi cuerpo y de mi alma. En un momento se me vino a la mente lo que me pasó en el metro de la ciudad de México y la verdad me excité demasiado, disimuladamente me toque mi pantaleta y estaba mojada.

Por fin llegó Besivan, así se llama el taxista y comencé a recibir sus halagos, sus piropos y todo. Comimos y seguimos tomando. Yo pedí mezcal porque la cerveza ya me había llenado. No tuvo problema él para convencerme de irnos al hotel, me cogió muy bonito, aunque como casi todos, solo sabía subirse en una. Lo más importante para mi fue que su verga era de tamaño digamos normal y se la pude mamar como a mi me gusta, usando mi garganta y mi lengua. También me monté en él que es una posición que me encanta. Nos bañamos juntos y disfruté mucho masturbarlo con mis manos. El se prendió de mis senos y hasta me sacó calostro muy rico. En la noche, mientras se la mamaba a mi esposo, mi mente estaba con Besivan.

Comencé a buscar pretextos para ir a Ciudad Altamirano e invariablemente esperaba el taxi de él, comíamos en el restaurant de siempre y terminábamos en el hotel de siempre. Así pasaron 2 meses y yo estaba muy satisfecha, tenía por fin un amante que me cogía como a mi me gustaba y tenía la dicha de mamar la mejor verga que mis ojos han visto, la de mi esposo.

Un día Besivan me insistió en vernos en un día domingo. Para mi era algo casi imposible porque era el día que mi esposo estaba en la casa y aunque era un poco cansado porque hasta cuando ve el fútbol me pone a mamarsela, no me disgustaba verlo satisfecho y cariñoso conmigo y con los niños. Sin embargo recurrí a algo que tenemos las mujeres: la persuasión. Inventé que iba a ver a una tía que estaba enferma y después de la mamada del futbol, me arreglé para gustarle a Besivan y me fui a buscar al taxi de él.

Besivan estaba como nunca, atento, cariñoso, sus halagos sobre mis piernas y mis senos eran excitantes, más porque los pasajeros lo escuchaban con mucha morbosidad. Llegamos a Ciudad Altamirano, bajo a los pasajeros y fuimos a comprar pan, jamón y aguacates para hacer sandwiches, cervezas y luego emprendió el camino rumbo a Río Florido, un pueblito que esta en las márgenes del río Balsas. Yo no aguanté la tentación y le agarré el pene, le abrí la bragueta del pantalón, se la saque y se la fui mamando lo mejor que pude en el camino. Su mano derecha no dejaba de tocarme bien rico. Cuando estaba a punto de venirse paro el carro y se dejó llevar por las caricias de mi boca. En el momento en que me daba su lechita rica, escuchamos unas voces, yo no quise perderme el manjar que me estaba dando y no lo solté. Los curiosos me vieron con su pene en la boca y semidesnuda. Eran jornaleros indígenas que trabajan en la cosecha del melón.

Besivan arrancó el carro de inmediato y nos fuimos al río. Comimos, nos besamos, me acaricio todo lo que quiso y me cogió todo lo que quiso. Luego nos quedamos dormidos abrazados en el carro. Yo estaba completamente desnuda y el me tapo con su camisa. No se cuanto tiempo pasamos así, yo sabía que a las 8 de la noche debía regresar a mi casa. En un momento desperté y vi que eran las siete de la noche y ya estaba oscureciendo, quise levantarme, pero sentí la verga de Besivan y se la comencé a lamer como me gusta.

De pronto sentí una luz en la cara, me levanté y no veía nada, la luz me deslumbraba, le hable a Besivan pero ya era tarde, lo tenían agarrado del pelo y lo sacaron a fuerzas. Yo sentí una mano en la garganta y caí al piso violentamente. Las voces eran muy claras pero hablaban en dialecto indígena. Alguno de ellos dijo en español que estaba buena y me levantó. Nunca supe cuantos eran, pero si sé que eran jornaleros indígenas. Amarraron a Besivan de un árbol y uno de el

los con muy mal español me dijo: palomita, si te dejas y te portas bien con nosotros, no te vamos a pegar. Yo estaba aterrada. No veía nada. Sentí manos en mi cuerpo, en mis piernas y en mis pompis, luego una boca chupandome los senos y luego una lengua en mi boca.

Oía muchas voces pero no entendía nada, pero discutían, luego entendí que esa discusión era para decidir que hacer conmigo. Alguien me cargó y me llevaron hasta un claro de campo. Había luna llena y comencé a ver un poco después de reponerme del deslumbramiento de la luz de la lámpara de mano. Besiban me veía el árbol. Me pusieron sobre unos trapos malolientes y comencé a recibir a esos hombres sobre mi, sentía sus manos manoseándome toda, sus labios chupandome y besándome la boca y los senos, sus dientes mordiéndome mis pezones y sus miembros penetrándome con furia. Con el tercero me vine y casi con todos los que siguieron. Besivan me hacía señas que no entendía, pero lo que el no sabía era que en el fondo no me disgustaba, francamente la disfrutaba.

Cuando todos me habían cogido, alguien me ordenó que se la mamara. Se acostó junto a mi y se la tomé con la mano, se la sobé y obedientemente se la mamé hasta que se vino en mi boca. Luego siguió otro y otro más, mientras algunos me penetraban por mi cochito. Yo estaba enloquecida, disfrutaba ese momento me olvidé de todo, aunque si recordé mi experiencia en el metro del DF.

Pero estos hombres estaban desatados, en el fondo entendí que hacía tiempo que no estaban con sus mujeres y recibí toda su virilidad y sus abundantes eyaculaciones en mi boca y mi vagina sumisamente. De pronto sentí una embestida en mi ano, lo abrí lo más que pude para que no me doliera y lo recibi excitada, esos penes de tamaño normal me satisfacían enormemente. Sentí un hormigueo en mi espalda y la penetración total de una verga en mi culito. La cara de Besivan era de asombro, tal vez pensó que iba a llorar y a resistirme, pero acepté todo con cierto placer.

Los hombres hablaban en su lengua inentendible para mi, pero sus toscas manos no dejaban de recorrer todos los lugares de mi cuerpo, ni sus penes de entrar y salir de mi boca, mi ano y mi vagina. Algunos lamían mi colita y mi cochito sin importarles que estuvieran babeantes de semen lechoso que ellos mismos depositaban en mi, pero lo yo gozaba infinitamente.

Por fin se satisfacieron conmigo y me dejaron descansar un rato. No sabía que hora era, pero la luz de la luna alumbraba lo suficiente para ver sus sombras. Me acerque a Becivan y les pedí que me dejaran quitarle el pañuelo con el que le habían amarrado la boca pero se negaron. Alcancé a acariciarle el pelo pero alguien me agarró del brazo y me separó de el. Me preguntaron mi nombre y varias cosas más. El que parecía el jefe me ordeno que me hincara y acercó su verga a mi cara, comprendí lo que quería y comencé a lamérselo mientras otro de ellos se acercó también y comenzó a restregarme su verga en la cara; también se lo lamí y se las mamé y froté con mis manos alternadamente. Asi fueron pasando todos los demás. El semen me escurría por las mejillas, el cuello y mis pechos que todos agarraban y apretaban mientras mamaba. Volvieron a terminar, yo estaba cansada, me dolían las rodillas de tanto estar hincada. Mientras me levantaba, sentí un chorro de semen escurriendo por mi espalda.

Los hombres comenzaron a retirarse y a perderse entre los arboles riendo y hablando cosas ininteligibles para mi. Desamarré a Besivan y corrimos al taxi, nos subimos y Besivan emprendió el camino de regreso. En el camino me fui vistiendo, eran las once de la noche. El comenzó a reprocharme que era una puta, que me había dejado coger y que me había gustado y me obligó a bajarme de su taxi.. Yo trataba de explicarle que no hubiera podido oponerme y que hubieran sido capaces de golpearme, aunque en el fondo el tenía razón, me había gustado.

Pero el arrancó y me dejó hablando sola. Comprendí que había acabado esa relación con Besiban, llegué a mi casa y le inventé un cuento a mi esposo de que mi tía estaba muy grave y por eso se me había hecho tarde. Quise meterme a bañar, pero el no me dejó, me tomó como siempre de la nuca y me puso a mamarsela mientras veía la televisión. Olía mal, a semen y jugos vaginales, ese ti

pico olor a pescadería. Me dolían las quijadas pero se lo hice como a el le gusta, luego me acostó en el sillón y me penetró. Su verga me llena muy rico y sentí la diferencia con las vergas de los otros hombres que me habían penetrado también apenas hacía una hora. Sentí su dedo en mi ano y me vine como loca, luego me la sacó y me la metió en la boca hasta que eyaculó. Volvio a sentarse y yo me quedé dormida en el sillón, luego el me cargó y me llevó a la cama. Por la mañana repetí el rito de la mamada matutina hasta que recibí mi desayuno: una rica dosis de crema de la verga de mi esposo. Sabía que no iba a volver a ve r al taxista, pero recordé que en la calle se pueden encontrar las experiencias sexuales más excitantes para una mujer arrecha como yo.

elizabelt (arroba) latinmail.com

Autor: Elizabeth

elizabelt ( arroba ) latinmail.com
TODO POR COQUETA Y ARRECHA (II).
16 de Noviembre de 2002 por Anónimo
Continuación del relato erótico “TODO POR COQUETA Y ARRECHA” publicado en “El Rincón de Marqueze.net” el día 19/09/2002.

Hola soy otra vez yo, Elizabeth, soy la zonza que se perdió en el metro del DF y luego por andar de arrecha con un taxista, me follaron entre varios campesinos. Ya les conté esas experiencias. Ahora quiero contarles algo que me pasó en la Ciudad de Taxco, Guerrero.

Los siguientes días a aquel domingo en que me follaron los jornaleros delante de Beciban, transcurrieron normalmente, deje de ir a Ciudad Altamirano y solo iba de compras al mercado y al centro de Arcelia. Como siempre me ponía falditas o shorcitos y casi no usaba brassiere para llamar la atención de los hombres pues en esos días me crecieron bastante y engorde un poquito. Aunque tenía mi desayuno y mi cena segura con mi marido, pues nomás no me llenaba.

Una mañana, mientras me daba un banquete con la verga de mi esposo que estaba bien cargadita y disfrutaba sus dedotes en mi culito, se me ocurrió decirle que iba a ir a ver a mi prima Paula a Taxco. Le di tan buena mamada que no se pudo negar y me dio para el pasaje. Como a el le gusta verme la boca llena de semen, cuando se vino se la mostré para que me viera comérmelo poco a poco y luego de tragarme sus mocos, se la deje limpiecita como siempre.

Aunque Taxco no está muy lejos, le pedí permiso para regresar al día siguiente, le hablé por teléfono a Paula para avisarle que iba para allá desde el sitio de taxis y aunque no la encontré, tomé el taxi a Teloloapan y de ahí otro a Taxco. Todo el tiempo me acordaba de Beciban porque busque sentarme junto a los choferes y deje que me tocaran el muslo y la rodilla cuando movían la palanca de velocidades.

Llegue a Taxco y resultó que mi tía andaba en Cuernavaca y mi prima en Iguala, así que me fui a dar una vuelta a Santa Prisca y luego me metí a un barcito. Eran ya como las cuatro de la tarde pero no tenía hambre y pedí un tequilita doble. Me puse a ver la tele y seguí bebiendo hasta que me di cuenta que ya eran las siete de la noche. Pagué la cuenta y casi se me acabó el dinero, estaba un poco ebria pero contenta y me fui a buscar a mi prima pensando en que ella me iba a invitar a seguirla. Pero la vecina me dijo que no iban a llegar, que le habían hablado por teléfono para avisarle que Paula estaba ya en Cuernavaca y que le encargaban a su perro.

Me preocupé porque ya eran casi las nueve de la noche, ya no tenía dinero para regresarme y no tenía en donde quedarme. Se me ocurrió hablarle a mi esposo para pedirle dinero y me prometió depositarme al día siguiente, busque un hotel, renté un cuarto y me fui a dar una vuelta. Llamaba la atención de los hombres como me gusta, solo que hacía mucho frío y no llevaba más ropa que la que tenía puesta. En el quiosco me tope con unos negritos, mas bien negrotes que me dijeron un montón de cosas que no les entendí, en realidad nunca supe que idioma hablaban porque no era inglés. De coqueta les pedí un cigarro y comenzaron a seguirme y un poco espantada pero caliente, regresé al hotel y me metí al bar pues me estaba entrando la cruda.

Me puse a ver las noticias en la televisión y me tomé como cuatro tequilas, entonces llegaron los tipos que había visto en el quiosco. No tardaron en verme y se fueron a sentar a mi mesa. Pidieron una botella de tequila del que estaba tomando y como no nos entendíamos nada, comenzamos a hacernos señas y así a señas me invitaron a bailar. Nos fuimos a una disco y baile de lo lindo, como nunca antes había bailado, especialmente regge o algo así, que es muy cachondo.

Ellos eran cinco y estaban o están altísimos y aunque estuvieron sacando a bailar a otras chicas, terminamos nuevamente en el bar del hotel tomando tequila. Comenzaron a tocarme y yo no opuse resistencia, al contrario, correspondía a sus caricias con sonrisas. Comenzaron a besarme y me encantaron sus bocotas de labios carnosos y lenguas enormes, muy sensuales. Sus manazas comenzaron a extasiarme cada vez que las sentía en alguna parte de mi cuerpo y entonces me empezaron a hacer señas con los dedos que aunque entendí de inmediato, me hice un poco la desentendida: me querían coger, pero yo no me veía en la cama con esos cinco a****lotes.

Como a las tres de la mañana e

staba tan ebria y me tenían tan caliente, que le busque la verga con mi mano a uno de ellos. Su verga estaba enorme y me baje al piso, debajo de la mesa para tocárselas a todos. No lo podía creer, así sobre el pantalón las sentía mucho más grandes que la de mi esposo. Volví a sentarme y uno de ellos me rompió las pantimedias, me hizo a un lado la pantaletita y me comenzó a meter sus dedotes y mientras otro me besaba, me vine como loca y moje el sillón del bar como si me hubiera hecho pipi.

A señas les dije que me siguieran y los lleve al cuarto. Me desvistieron y se pusieron a chuparme y a lamerme todo el cuerpo, desde los pies hasta las orejas, luego me agarraron uno por uno para chuparme mi cochito y mi colita y otros mis senos. Me vine como dos veces más hasta que me pusieron en la mesita de centro y me rodearon con sus vergas en sus manos. Yo no sabía cual escoger, todas eran enormes, aunque la de uno de ellos que usa como trensitas era la más gorda y grande, parecían de burro. Me pusieron a mamarselas y por más que me las metía en la boca solo me cabían la cabezotas y un poco del tronco, los que deliciosamente podía agarrar con las dos manos, igual que sus huevotes que les colgaban como aguacates. Lo que si pude hacerles rico fue lamérselas desde la cabeza hasta los huevos.

El manjar estaba delicioso, pero más aun cuando comenzaron a penetrarme la vagina, sentía que me la llenaban toda con sus vergas y sus dedos en mi ano me hacían retorcer de placer. Me cogieron riquísimo y me deje hacer lo que ellos quisieron. Algo que me encantó fue que mientras uno de ellos me chupaba el cochito y me metía toda su lenguota, yo le pase las piernas por sus hombros y entonces se levantó y quedé de cabeza y así como estaba se acercó otro de ellos y me la metió en la boca, fue fenomenal pues los demás se acercaban para turnarse en mi boca mientras el que me cargaba no dejaba de lamerme y comerme la panocha.

Comenzó a amanecer y me seguían cogiendo riquísimo y yo apenas me daba a vasto montada, acostada, de ladito y hasta de perrito, pero bien ensartadita. No se de donde salió tanta bebida, pero me daban vasos de tequila que yo devoraba con tal de seguir mamando esas vergas tan preciosas. Por fin me dieron un descanso y aproveche para ir al baño. Cuando salí uno de ellos estaba sentado en una silla con la verga bien parada y me llamó, haciéndome señas de que me sentara. Pretendió metermela en el culo pero no pudo y entonces me cargo y me aventó en la cama, me quise voltear pero me sometieron luego luego, uno de ellos me ensalivo el ano y me lo penetró. Grité y lloré porque me dolió muchísimo, pero cuando la sentí toda adentro me comencé a calmar y a moverme para que se acomodara mejor en mi intestino. La disfruté mucho, más cuando comenzó a meterla y a sacarla. Luego nos volteamos y quedé ensartada con la conchita bien abierta y uno de ellos se puso a chuparmela. Yo lloraba de placer y gemía de gusto. Alguien me puso su vergota en la boca y comencé a lamérsela cuando vino lo mejor, el de las trencitas me penetró por la vagina. Sentí que me vaciaba de tan rico orgasmo que tuve en ese momento, más aún cuando sentí sus chorros de semen en mi vagina y en mi intestino. Cuando me las sacaron, busque esas vergas para limpiarlas con la boca y en eso estaba cuando alguien me volvió a penetrar por atrás. Fue más facil y menos doloroso. Otro se comía mis pechos y alguien me dio sus dedos para que se los chupara. Sucesivamente todos me cogieron por atrás, hasta el de las trensitas que volvió a venirse en mi ano.

El semen me escurría entre las piernas y en mis nalgas y mi lugar en la cama estaba totalmente empapado por mis orgasmos. Entonces me dieron otro descanso, eran las diez de la mañana y me quede dormida. Cuando desperté, uno de ellos me estaba mamando las chichis y otro tenía un dedo en mi ano y me acariciaba las piernas, luego me tomo de los tobillos, me abrió las piernas y me penetró bombeándomela desesperadamente y luego fue dejándoles su lugar a los demás, luego me pusieron como perrita y me culearon todos por atrás mientras otros me la daban a mamar.

Comencé a recibir sus chorros de semen en mi boca y en mi cara, me extasié saboreándolo y comiéndomelo mientras me escurría por la barbilla, el cuello y los senos. Ellos estaban felices viéndome disfrutar de sus vergas y sus mocotes y así m

e dejaron en la cama. Uno de ellos sacó una cámara y me tomó varias fotos. Me recosté y descanse un poco, todos descansamos un poco. Sin limpiarme la cara, me levante y entre al baño y mientras hacía pipi, entro uno de ellos y se orino en mi cara, mientras llamaba a los demás para que hicieran lo mismo. Al principio me dio un poco de asco porque me tomo descuidada y pensé que quería que se la mamara y al recibir el chorro de miados, me pasé varios tragos. Pero después me excite nuevamente al recibir los chorrotes de orina. Cuando terminaron, entro el de las trensitas, me puso de espaldas con las manos en la taza del baño y me penetró nuevamente el culo. El dolor fue terrible porque no estábamos lubricados pero para mi sorpresa, se orino dentro de mi, fue una sensación primero terrible porque sentí hasta ganas de vomitar, pero cuando terminó, me la sacó y se vino en mi espalda, comenzaron a salirme sus miados como si me hubiera hecho un lavado de estómago.

Me bañé y cuando salí ya no había nadie. Me habían dejado una botella nuevecita de tequila. Me tome varios tragos, tenía mucha hambre, me vestí pero no encontré mi ropa interior, hable a la administración para pedir mi cuenta, estaba preocupada porque pensaba que no me iba a alcanzar el dinero. Para mi sorpresa mi cuenta estaba pagada hasta el día siguiente, incluyendo comidas y tenía un mensaje en la administración.

Bajé a comer al restaurante y pasé a la administración por el mensaje, era un sobre con 500 dólares. Pregunté sobre el remitente y solo me supo decir la gente de la administración que era un funcionario del Gobierno de Nigeria que estaba en una convención en el Hotel Monte Taxco.

Comí como loca, pensé en comprarme ropa pero recordé que le iba a extrañar a mi esposo que llegara con ropa nueva, fui a sacar del banco lo que me había depositado y me compre unas pantaletas, un brassiere y unas medias. A las cuatro de la tarde salí del hotel para ir a tomar el taxi a Teloloapan. De lejos alcancé a ver a los negritos que platicaban con una mujer joven. Me imagine lo feliz que la iban a hacer esa noche si lograban llevársela como a mi.

Llegue al sitio de taxis y no había servicio, tuve que tomar una pasajera; llegué a Teloloapan y tomé un taxi colectivo a Aracelia. Me quedé bien dormida en el hombro de un señor que iba junto a mi. Por fin llegue como a las 9 de la noche y caminé a mi casa, estaba muy adolorida y solo pensé en que mi esposo no me iba a perdonar la cena y que iba a estar bien cargadito, me relamí los labios y abrí la puerta. El estaba viendo la televisión, me recibió con un beso, fui a ver a mis hijos que ya estaban dormidos y después de algunos comentarios y me agarró de la nuca y se sacó la verga para que se la mamara. Se lo hice pero mi mente estaba en Taxco, pensando en los negritos que seguramente se estaban cogiendo a la mujer con quien los vi platicar en la tarde. Recibí mi dotación nocturna de semen y me fui a dormir, tenía que estar lista para el desayuno. También pensaba en que hacer con los 5 mil pesos que me había ganado por coqueta y arrecha.